martes, 10 de junio de 2008

Crónicas de Copán: La Llegada al Parque Arqueológico



No crean que vinimos sólo a beber, de ninguna manera. Copán es un sitio importantísimo dentro del mundo maya, y aunque no tiene estructuras colosales como las de Tikal, sus esculturas, estelas y detalles arquitectónicos son de mejor calidad que las de muchas ciudades mayas. Es una lástima que muchos guatemaltecos no vengan, o sólo pasen de largo cuando van de parranda a Roatán. Pero nosotros no somos de esos. El sábado 24 de mayo, fecha en la que los alumnos salesianos celebran "la flor", visitamos el parque arqueológico y los museos.

El plan era llegar temprano para evitar el sol de mediodía, pero estábamos de vacaciones como latinos, no como alemanes: nada de relojes despertadores ni horarios rígidos. Nos levantamos cuando el cuerpo lo pidió, aunque a más de alguno sí hubo que sabanearlo para que no nos cayera la noche metidos en el hotel. Durante el desayuno, los muchachos descubrieron que el tiempo en Copán transcurre más despacio que en las grandes ciudades. Aquí las cosas suceden cuando suceden, no antes ni después. Parte de las vacaciones consistió en olvidar por unos días la muy moderna neurosis del segundero y acoplarse a la parsimonia copaneca, tomarse el café con calma, bien platicado, y hacer una buena sobremesa.

A la hora de salir faltaba gente. Los muchachos habían descubierto una tienda duty free donde el güisqui salía barato. Andaban reabasteciendo la reserva, y comprando un poco más para llevar de recuerdo a Guatemala. Cuando nosotros pasamos por la tienda, ya no había güisqui del bueno. Nos dijeron que un señor con un sombrero que le daba aspecto de clavo de lámina se lo había llevado todo. Pero como uno no le pide a Dios que le dé, sino que lo ponga donde hay, no tuvimos que pasar sed, gracias a la generosidad del misterioso hombre del sombrero.

Llegamos al parque arqueológico a media mañana. Contratamos como guía a Don Chepe León. Según René Viel, un arqueólogo francés con quien nos encontramos al entrar, Don Chepe nos iba a contar las más originales fantasías sobre la historia de los mayas. Ciertamente lo que nos contó Don Chepe estuvo ameno, lo que no sabemos es si es verdad. Algo aprendimos de nuestro guía, quien por razones de las que les hablaré más adelante merecería llamarse "27-Conejo", parecido al célebre "18-Conejo", treceavo gobernante en la dinastía de Copán. Don Chepe sabía, por ejemplo, que el fundador de la dinastía copaneca, el Kinich Ahau Yax K'uk Mo, nació en Tikal, pero no sabía --y con eso me puse yo a presumir-- que eso lo averiguaron unos físicos, analizando el contenido de un isótopo de estroncio en el esmalte de un diente de Yax K'uk Mo [1], que apareció en la portada de Physics Today en enero de 2004. Yo por eso le digo a mis hijos que se laven bien los dientes, no sea que dentro de unos cuantos miles de años los saquen en la portada de alguna revista.

Poco antes del mediodía nos metimos en esa especie de túnel del tiempo que es la calzada que conduce a las ruinas de Copán. Retrocedimos hasta la época de oro de Copán, allá por el siglo VIII. Lo malo fue que este proceso no nos rejuveneció, lo bueno que tampoco le quitó el añejamiento al güisqui.

Referencias
[1]Day, C., Physics Today 57(1), 20, 2004.

2 comentarios:

Hanna Godoy dijo...

Hola Gustavo:

Soy Hanna Godoy cuñada (no en funciones) de Danilo Zamboni. Yo estuve en Copán con mi marido el año pasado y quedamos encantados del lugar, el museo es super interesante y los edificios aún más. El café es delicioso y el pueblo cálido.

Saludos, Hanna

Janpedrano dijo...

La relativa paz en esos pueblos o comunidades pequeñas es difícil o hasta imposible encontrarla en las ciudades, ya sea SPS o TEG. La vida se nos va como agua en ese ritmo "rápido y furioso" de trabajo y supervivencia.

Por eso cuando se puede es necesario salir de esa "matrix" y darle una pausa y respiro al cuerpo y la mente. Y pues que mejor que hacerlo entre amigos y en un lugar como Copán.