Hoy amanecí tosiendo, por el humo de las famosas "quemas" que en esta época del año hacen estragos en la atmósfera de la ya contaminada Tegucigalpa. Supongo que el aeropuerto está cerrado, dicen los del servicio meteorológico que se necesita una visibilidad de por lo menos 3 km para que los aviones puedan maniobrar con seguridad. ¡Y qué vamos a tener 3 km! Ayer, desde la universidad, los contornos de los edificios grandes se veían como borrosos, fantasmagóricos, irreales.
Pero la maña de quemar bosques y pastos no es local. He estado viendo fotos de satélite como esta, donde se ven los incendios de los pastizales que han convertido a Buenos Aires en "malos aires". Nadie sabe quién tiene la culpa, pero aquí se acusa a los campesinos, que hacen quemas para limpiar el terreno para la siembra, a los fumadores, que tiran fósforos y colillas encendidas en cualquier lado, a los bolos, porque dejan botellas y latas que luego actúan como lupas concentrando de alguna manera los rayos de luz solar para provocar los incendios, a los boy scout, amantes de la naturaleza, excursionistas y similares, porque no apagan bien las fogatas, a los mareros, porque son malos. En fin, eso de acusar a todos es una forma de no acusar a nadie, y aunque todos los años se hace gran alharaca con la amenza de los horribles castigos a los que será sometido el que sea sorprendido prendiéndole fuego a bosques y campos, nunca castigan a nadie.
Y los bronquios y los pulmones no aguantan y protestan tosiendo para expulsar el humo, que parece ser la única cosa que se reparte de manera más o menos equitativa entre todos los habitantes de la ciudad. Y yo con la esperanza de que el palo de aguacate haga algo, que produzca bastante oxígeno, que se le haya olvidado que Waldina trató de matarlo pelándole la corteza y que se ponga a trabajar para que respiremos más oxígeno y menos humo.
Y los pulmones del planeta, igual que los míos. La Tierra entera tosiendo para ver cómo se libra de todas las porquerías que se han ido acumulando en el ambiente. Aunque la verdad es que para la Tierra no tiene ninguna importancia la especie humana con su arrogante creencia de ser "la especie privilegiada" y superior. Se puede extinguir nuestra especie, como se extinguieron muchas otras, y la Tierra seguirá su curso alojando nuevas especies que se adapten mejor a las condiciones en las que les dejamos el planeta. Lástima, porque a lo mejor usted esperaba una larga descendencia, y no sólo le preocupa la supervivencia de la especie Homo sapiens, sino también la preservación de su apellido.
La única gracia de esta humazón es que permite ver el Sol de frente, y al atardecer se ve grandote y colorado.
Triste consuelo, pero consuelo al fin, para nosotros los respiradores de humo. El otro día le tomé una foto al Sol, pero como las cámaras, sobre todo las baratas, no ven lo mismo que uno, no salió ni tan grande ni tan colorado como yo lo miraba. De todos modos, se las muestro.
viernes, 2 de mayo de 2008
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