viernes, 21 de agosto de 2009

El Naufragio del Titanic en las Honduras

Impresiones de un centroamericano
navegando en las honduras de Honduras (3)


Parecemos la tripulación de un barco a la deriva. Sin capitán, sin brújula, sin instrumentos de navegación, sin víveres. Y nos la pasamos contándonos cuentos, mintiéndonos a nosotros mismos, admirados por la belleza del paisaje: ¡qué colores, qué atardeceres! Cuando el agua ha inundado ya la sala de máquinas y no hay salvavidas para tanto náufrago.

Raúl de la Horra (en El Espejo Irreverente)

En algún momento nos contaron algo sobre el naufragio del Titanic, no sé si en los cursos de historia o en los de religión. Le daban un tinte moralizante a la historia, la presentaban como un castigo de Dios a la arrogancia de los humanos, como el asunto de la torre de Babel.

Mucho tiempo después volvimos a oír del Titanic, un poco porque sus restos fueron descubiertos en el fondo del mar por el Dr. Robert Ballard, pero sobre todo por la película que, no sólo nos contó la historia sino le agregó el romance, la canción que mi hijo nos hizo escuchar noche tras noche durante semanas o meses, un fugaz vistazo a la hermosa anatomía de la heroína y otro montón de elementos que, verdaderos o inventados, añadieron una dimensión humana que nos puso a pensar en la tragedia del naufragio, no sólo para la compañía que perdió la nave o para el capitán que perdió la apuesta, sino para toda la gente que perdió lo que había depositado en el impresionante barco: su capital, sus ilusiones y sueños, sus esperanzas, sus vidas.

Mi carro, el Galileo ("y sin embargo, se mueve...") pasó a ser temporalmente el "Titanic", en alusión a la cantidad de óxido que lucía. Vi un carro minúsculo con un rótulo que decía "Taitanic", y me enteré de un burdel al que bautizaron como "Tetanic" sugiriendo los generosos atributos de las sufridas y explotadas trabajadoras del lugar. El Titanic se convirtió, pues, en una referencia cultural, un tema del que uno puede hablar sabiendo que todos le van a entender. Por eso lo quiero usar como excusa para platicarlos sobre lo que viene ocurriendo en Honduras en los últimos tiempos.

Desde que la mara 28 dio el golpe de estado en Honduras, zarpamos a mar abierto. Aquí vamos, en este país-barco, con la esperanza de llegar sanos y salvos a algún lado, pero sin tener arte ni parte en su conducción. Aislado del resto del mundo, el capitán insiste en que podemos solos, que nadie nos va a marcar el rumbo, que no hay nada capaz de detener esta gran nave en su gloriosa travesía que hará historia.

La "gente bien" viaja en primera clase, en la parte de arriba, disfrutando los banquetes y los paisajes, luciendo sus mejores galas y brindando con afrancesados modales y delicados vinos, vagamente conscientes de que allá abajo viene otra masa de gente apiñada y sin ver la luz del Sol, sobreviviendo de alguna manera el viaje, y otros sudando la gota gorda echando carbón a las calderas en el cuarto de máquinas.

Moviéndose como culebras entre los de primera clase, mañosos políticos, falsos profetas, periodistas sin escrúpulos y acartonados funcionarios venden indulgencias, noticias, leyes y documentos hechos a la medida, y ofrecen sus servicios a los que en el fondo los desprecian, pero los consideran útiles. Nos recuerdan a la doña alucinada, empobrecida y venida a menos, tratando de ganar riqueza y status vendiendo la hija a un niño rico un poco amariconado, acostrumbrado a imponer su voluntad con la fuerza de los billetes, o con la fuerza bruta del gorila que le sigue a todas partes con su pistolón al cinto. Allí andan también profesionales que se han liberado de la ética y otros "frenos para el progreso" vendiendo sus servicios y su alma, como el impecable ingeniero que eliminó botes de salvamento para mejorar el paisaje para los de arriba; los músicos que tocan la melodía que les pagan, y otros sirvientes "de categoría" y guanabís.

Y en el puente de mando, el capitán a quien no le importa el mundo trata de impresionar al mundo: Ordena más carbón en las calderas para que se vea que podemos cruzar el océano en tiempo récord y hacer avanzar la rueda de la historia. No importa que se acaben las reservas, que se revienten las calderas o la gente que les echa el carbón. No importa chocar, esta nave lo puede todo. Una ambición personal, un capricho, una apuesta, el deseo de alcanzar la gloria, disfrazado de una noble causa.

No todo anda bien. Le han avisado al capitán que hay enormes obstáculos, que dé marcha atrás y regrese al puerto del que salió si quiere evitar la tragedia. "No se oye, padre..." El mundo entero se equivoca afirmando que hay icebergs y que los barcos no se manejan de esa manera ¿Qué saben ellos, que nunca han estado en este barco?

Pero dentro del barco también hay problemas. No hay manera de detener al insolente muchacho de tercera clase que se siente rey del mundo y se atrevió a romper el protocolo, a pretender y cortejar a la muchacha bonita. Y para colmo de males ella le hace caso: le parece más interesante perfeccionar el arte de escupir a distancia que ser vendida como esposa-objeto del niño rico. Ha descubierto que los que dicen amarla y le juran protección en realidad sólo quieren llevarla a la cama y usarla como les plazca.

El barco se está hundiendo, se ha empezado a meter el agua, pero el capitán lo niega diciendo que el barco no ha sufrido ningún golpe, y los de primera clase no lo notan porque todavía no se les mojan los zapatos. Ven que los de tercera clase salen a cubierta por montones y andan por todas partes. Piden indignados a los oficiales que hagan su trabajo, que los regresen a su lugar porque tienen malos modales y afean el paisaje, que si se van a ahogar que se ahoguen pero en sus camarotes. "Éste es nuestro barco y sólo queremos comer en paz, oyendo la música que nos gusta. Aquí hay comida para todos nosotros".

La naturaleza no sabe de retóricas ni selecciona quiénes han de hundirse y quienes no. Un naufragio es un naufragio. El gorila sigue pensando que el problema es que la niña bonita ofendió a su amo haciéndole caso al muchacho de tercera clase y que la solución son los golpes y las balas, los músicos argumentan que a ellos les pagan por tocar, y eso harán aunque esto se hunda y nos muramos todos; son los "profesionales responsables" que hacen lo suyo por la misma razón por la que las hormigas hacen el hormiguero: sin saber porqué. ¿Quién les pagará cuando se hunda el barco? El niño rico ya se dió cuenta de que los billetes no flotan y se ha metido a un bote salvavidas violando los derechos de otros por medio de engaños, si se salva con sus billetes podrá tomar otro barco después, que se jodan el capitán y el gorila y la niña bonita con su amante y su mamá si no encuentran lugar en los botes.

Y en poco tiempo seremos náufragos aferrados desesperadamente a los pedazos del barco que floten, pateando al que intente asirse a nuestro pedazo de tabla, que aguanta con uno, pero no con dos, esperando ser rescatados por algún barco amigo, resintiendo el resto de nuestras vidas el haber perdido tantas cosas, haber recibido tantos golpes y haber sufrido tanto miedo por el simple pecado de haber abordado este barco.

Quizá, como en la película, algunos oficiales del barco se suiciden por vergüenza o desesperación, quizá la niña bonita sobreviva y llegue a convertirse en la mejor versión de sí misma gracias a su breve contacto con ese muchacho idealista que de veras la amó y la respetaba, y lance el collar, ese artículo pétreo con el que el niño rico pretendió comprarla y apresarla al mismo tiempo, a la oscuridad y al pasado, que es a donde pertenece.

Quizá podamos construir un nuevo barco sin los defectos de este que se ha hundido, y aprendemos que el barco hay que manejarlo entre todos, todo el tiempo, en vez de vivir con la ilusión de que, cada cuatro años, el nuevo capitán va a hacer el milagro.

Y quizá el capitán tenga la decencia de hundirse con su barco. No es la solución, y con eso no nos paga lo que nos debe, pero algo es algo...

10 comentarios:

carlost dijo...

No hay duda para mí que, de existir alguna esperanza en un escenario como ése, ésta descansa precisamente sobre los "profesionales responsables", que no dejan su puesto así el mundo se esté cayendo alrededor de ellos...recordemos por ejemplo a los monjes copistas de la Alta Edad Media, hormiguitas estoicas, sin delirios de grandeza, que mantuvieron encendida la débil llama de la civilización grecolatina durante las Edades más oscuras de la historia.. El barco de la civilización casi se hundió pero milagrosamente a última hora salió a flote y no fué gracias precisamente a los cruzados o a Carlomagno ni mucho menos a Atila y sus hordas piromaníacas.

Volviendo a la alegoría del Titanic y similares, imagínense, ¡Qué esperanza puede tener un barco en problemas si a la primera señal de peligro la tripulación abandona sus puestos y empiezan a hacer manifestaciones alrededor de la cubierta, con pancartas y pitos, o metiéndole fuego al cuarto de máquinas en protesta porque el capitán tomó una mala decisión!?..

Mi esperanza es que entendamos que aquí nadie se puede bajar del barco ya. Los oficiales se amotinaron y pusieron otro capitán, así como le pasó al pobre Bligh en el Bounty. Ahora bien, la idea de hundir al barco solo para matar de paso al nuevo capitán tiene su encanto sadomasoquista pero al final no es una idea muy buena. Mientras el barco pueda funcionar, habrá esperanza, incluso para el capitán errante en su bote que espera ser restituído algún día..

Así que, moraleja: Dediquémonos a hacer lo único que podemos hacer realmente por este barco: No abandonemos el puesto. Es decir, hagamos lo que está bajo nuestras narices como obligación inmediata para el día de mañana, con las personas que podemos ver en carne y hueso y que dependen directamente de nosotros. Si después de eso todavía nos sobra tiempo, entonces sí, dedíquemonos a cambiar el mundo y a luchar por la democracia, el amor universal, y la justicia para todos.

Pregúntese cada quién: ¿Quién rayos se cree que es Ud en este escenario, oficial ó tripulación?.. y si realmente cree que tiene méritos para ser oficial y tomar decisiones de cabina, entonces ¡¿Qué diablos está haciendo en el cuarto de máquinas!?.. Y si a Usted, como parte de la tripulación, le dan la gloriosa y democrática oportunidad de decidir cuál es el mejor itinerario para el barco, recuerde que desde el cuarto de máquinas no se pueden ver los icebergs del camino porque ni ventanas hay, así que tenga cuidado con los botones que aprieta..

fbarralaga dijo...

Lo bueno de la historia, Gustavo, es que en la crisis que estamos enfrentando, pasa lo que en todas las crisis: las realidades salen a flote, y lo que antes se ocultaba se muestra a la luz. Creo que este es uno de los puntos a favor, los politicos hipocritas se destaparon y mostraron, hasta los huesos, sus egoistas intenciones...solo les importan sus inversiones y el pueblo sale sobrando; los "empresarios" dejaron entrever su real proceder, especialmente los dueños de medios de comunicacion; los profesionales que nos rodean han dado a conocer su pobre concepto de patriotismo y gracias a Dios, una gran numero de ciudadanos han podido percatarse de la otra realidad, y espero que su criterio se mantenga hasta que puedan ejercer el voto.

Anónimo dijo...

Umnn......
Interesante observación pero quien sería la de los pechos bonitos?
Xiomara de Zelaya o Xiomara de Micheleti las dos están ya bastante gastadas por la vida dura que han llevado no creen?
De lo que si estoy seguro es que no se trata de la Pinche digo Pichu.

El sarcasmo no sirve si se comunica en forma de texto

Pirata Cojo dijo...

¡Cuantos Titanic se encuentran en aguas turbulentas!

A los verdaderos capitanes, técnicos y profesionales, nos hizo el "favor" un grupo servil e inescrupuloso de eliminarlos, por eso no logramos que anden bien.
En fin, habrá que seguir colaborando en lo que se pueda para evitar un trágico hundimiento.

Quien quita y surja un verdadero líder, quien por fin nos logre llevar a buen puerto.

Unknown dijo...

Lamentablemente en ese barco del trillado cuento latinoamericano, la tripulación no está protestando "porque el capitán tomó una mala decisión". Hay un grupo de usurpadores que se colocaron -por la fuerza- al mando y se están dedicando a romper la nave (la frágil estructura de sus instituciones) desde dentro... El peligro ahí no es un iceberg que nadie ha visto: los responsables tienen nombres y apellidos. Van en el barco. Están actuando a la vista de todos.

Y si los "profesionales responsables" quieren continuar como que nada, manteniendo "encendida la débil llama de la civilización", corren el riesgo de encontrarse, un día, como las "buenas gentes honradas" de otro barco llamado Guatemala, insomnes sobre una balsa que flota en oscuras profundidades, mientras las voces de 200 mil cadáveres les reclaman por los cómplices silencios de otrora.

Tal vez amanezca y las pesadillas terminen. Algo hemos aprendido sobre la balsa: cuando el terror llega, no es cosa de mantener el puesto, sino de unirse en la lucha por la defensa de la vida.

Anónimo dijo...

Pregúntese cada quién: ¿Quién rayos se cree que es Ud en este escenario, oficial ó tripulación?.. y si realmente cree que tiene méritos para ser oficial y tomar decisiones de cabina, entonces ¡¿Qué diablos está haciendo en el cuarto de máquinas!?.. Y si a Usted, como parte de la tripulación, le dan la gloriosa y democrática oportunidad de decidir cuál es el mejor itinerario para el barco, recuerde que desde el cuarto de máquinas no se pueden ver los icebergs del camino porque ni ventanas hay, así que tenga cuidado con los botones que aprieta…
Umnn esto sí es de vandalismo cerebral, ojala y todos en Honduras fuéramos personas honradas, profesionales responsables en lugar de profesionales mediocres y fuéramos todos honestos que nos preocupáramos todos por todos...
Eso claro si viviéramos en un mundo ideal que no es más que un estado inalcanzable (en un tiempo y espacio dados pero si es infinitamente aproximable, si todos tomaran conciencia de que es lo que le conviene a la sociedad Hondureña, tal vez entonces el capitán no se preocuparía por la falta de caviar en la cubierta como lo hacían algunos capitanes y como lo continuaran haciendo otros, si no más catalejos para ver de lejos los peligros y no aventurarse ciegamente a un final abrupto, pues los más olorosos se van del barco con sus salvavidas mientras los más apestosos se ahogan en su propia porquería pues no cabe duda que si alguien no hace nada por cambiar su situación en el barco tampoco habrá alguien que lo haga por usted y si cree que su vida no vale más que la de otro entonces debería donar su cuerpo a la ciencia y suicidarse.
En respuesta a su profunda pregunta algunos de la de la tripulación, en lugar de aventarle piedras al nuevo capitán y a los demás miembros de la tripulación incluyendo a los que le ponen carbón a las calderas deberían estar fabricando un bote con los trozos de la cubierta, si no lo logran entonces espero que los demás que estamos tratando de tapar el agujero por donde se mete el agua lo logremos.
Quizás no sea adecuado decir esto pero si todos corriéramos como idiotas por ahí gritando golpe en la cabina o golpeemos al capitán cada vez que mete la pata nos habríamos hundido hace mucho mejor trabajemos unidos todos que a puro chicle, carbón, tablas y saliva podríamos ponerle un buen tapón al barco.
Así que trabajemos todos porque si salimos como idiotas a gritar que el barco se está hundiendo, otros dirán es culpa del capitán y otros idiotas saldrán a decir de aquí me largo yo y nos terminaremos ahogando unos a otros con tal de tener un chaleco salvavidas o un bote después de todo no hay cupo para tanta gente, antes si quiera que la cubierta inferior se comience a llenar de agua.
Mejor seamos honestos con nosotros mismos todos y aceptemos que tanta culpa tiene el capitán como la tripulación y los pasajeros por haberse confiado y estar a la expectativa de que otros nos van a sacar de la cubierta inferior en caso de una crisis, si usted no hace nada por usted no habrá quien lo haga.

Miss Trudy dijo...

Mi comentario es corto pero sincero: ¡Que bien escribes!

Gustavo A. Ponce dijo...

Gracias Carlos, Francisco,Fredy, Pirata, Ana, Miss Trudy por sus comentarios. Me motivan a seguir escribiendo, aunque a veces tenga que desvelarme para hacerlo.
No deja de impresionarme como cada uno de nosotros se identifica con algún miembro de esta "sociedad de juguete" que representa el Titanic, y cómo asignamos mayor o menor grado de responsabilidad o culpa a unos u otros.
En el fondo, de la misma manera que ninguno de los que iban en el barco quería ahogarse o morirse de frío, todos nosotros queremos vivir, y vivir bien (no sólo en el sentido de acumular riqueza,que para algunos es lo único que importa, sino de satisfacer nuestras necesidades alimenticias, de salud, psicológicas, culturales, etc.) pero nos diferenciamos en varios aspectos:
(1) todos queremos vivir bien, pero a algunos nos importa cómo viven los demás, y a otros les vale.
(2) algunos, sobre todos los que fuimos educados en colegios religiosos, tienden a sentirse culpables --sin que eso lleve necesariamente a realizar acciones concretas-- y sin valor moral para reclamar que los que han asumido responsabilidades, muchas veces a cambio de jugosos sueldos, las cumplan.
(3) a veces confundimos "orden" con "justicia". Quisiéramos vivir dentro de la seguridad de una sociedad bien organizada, en la que cada uno hace lo que le corresponde para que todo funcione "como un relojito"; es fácil enamorarse del orden cuando uno está siendo beneficiado por él, y tolerar y promover injusticias para mantener ese orden. Desgraciadamente, las sociedades que privilegian el orden por encima de la justicia, la libertad, la igualdad de oportunidades, y otros valores por el estilo, tarde o temprano naufragan.
Y cuando hay crisis, naufragio, muchas cosas pierden sentido y tarde o temprano todos nos vemos afectados. Algunos prefieren la actitud pasiva (los viejitos, los músicos, el ingeniero del Titanic) y esperar tranquilamente a que el barco se hunda para hundirse con él; otros deciden salvar su propio pellejo aunque para ello haya que sacrificar a alguien más (el niño rico y algún otro pícaro que se coló en las lanchas)
Yo, que no quiero perecer pasivamente ni fregarle la vida a otros para salvarme, y encima quisiera que a todos nos vaya bien, me aferro a lo que puedo y pataleo desesperadamente, aunque sea escribiendo blogs, hablando en los corredores, estudiando como loco la constitución y leyendo libros de historia, tratando de entender lo que pasa con la esperanza de que, pese a todo, salgamos vivos de todo esto, pero sin saber a ciencia cierta qué hacer para lograrlo, por lo menos hasta que llegue el Catania a rescatarnos.
Sus comentarios me ayudan a ver las cosas desde otros ángulos, a comprender que no soy dueño de la verdad o la razón, a entender mis responsabilidades para con los demás, a comprender que existe el pecado por omisión y que no hacer nada no me librará del reclamo de las siguientes generaciones al silencio cómplice.
Por todo eso escribo...

Anónimo dijo...

Muy interesantes sus 3 puntos:
El primero es la muestra de una realidad irreverente, no nos importan los demás siempre y cuando estemos bien, gracias a la competencia el humano dejo de ser una ameba en un charco para pasar a ser un homínido en el mismo charco pero más sucio.
Las hormigas y termitas han sido durante mucho las formas de vida sociales más exitosas de la historia, se ha descubierto que a pesar de su poca comunicación química, es el comportamiento del grupo lo que guía la sociedad articulada, es decir el mono ve el mono hace, si poco a poco todos fuéramos primero responsables con nuestro destino y luego responsables del destino de los demás todo cambiaria para bien, no se puede propiciar un cambio abrupto debe ser gradual o todo el sistema colapsaría no por su ineficiencia si no por su falta de organización.
Pero qué enorme problema representa el trabajo duro para algunos que creen que por alabar o lustrarle las botas a alguien sus problemas se disolverán y en otra instancia los que prefieren sobornar para ahorrar tiempo, o aquel que capta el soborno porque su trabajo es insatisfactorio, ve en la corrupción una forma de salir adelante, pero de todos los problemas de este país el peor de todos es la irresponsabilidad del que aprovecha una huelga para no trabajar, o del que aprovecha una toma de la universidad para no hacer un examen que todas formas tendrá que hacer después, de aquellos que sirven a sindicatos títeres de políticos inescrupulosos, que se toman la universidad en la que estudian y en lugar de pedir más apertura, más facilidades para los estudiantes, más maestros y clases de calidad, se les olvidan estas cosas por las cuales existen y pasan a formar parte de sindicatos que actúan como zopilotes comiendo de cualquier cadáver que encuentran, o en otras instancias se convierten en empresarios que se aprovechan del estudiantado con las cuotas estudiantiles o poniendo fotocopiadoras y sistemas de trasporte como ya lo han notado también ay autoridades beneficiándose del asuntito, disfrazado de ayuda a los estudiantes que por cierto pagan el servicio, Dios bendiga las sagradas comisiones que nos tienen tan podridos del alma.

Anónimo dijo...

Nos olvidamos del compañero de clases que viaja desde lejos para recibir las clases que no recibe, para aprender lo que no aprende y finalmente para ser el ser social apto, productivo y profesional que no será.
Nos olvidamos del maestro que se peleo con su mujer y llega deprimido a dar clases y contagia su amargura a todo mundo, de la secretaria que pasa todo el día perdiendo el valioso tiempo que habría de perder si la impresora tuviera tinta y si el maestro de al lado no la estuviera interrumpiendo.
Nos olvidamos de la señora de las baladas que tiene familia y ya no vende en la entrada por ser mal vista por las autoridades y aunque sus baladas son más ricas y baratas ahora habrá que comprarlas del que si paga su mensualidad en las casetas y son más caras y de menor calidad para el paladar.
Nos olvidamos de los que pagan el estacionamiento de la universidad y los de mayor puesto burocrático en muchas ocasiones no lo pagan y hasta lo tienen reservado.
Nos olvidamos de contratar empresas serias de seguridad por recibir más comisiones por la contratación, o mejor aún nos aprovechamos de la licitación.
Nos olvidamos del alumno que no puede hacer una guía porque no tiene el dinero para fotocopiarla, nos olvidamos de que algunas personas no tienen el dinero para el pasaje mucho menos para el desayuno y en esos menesteres una que otra mente brillante se desperdicia, nos olvidamos de estudiantes, familia, maestros, amigos, compañeros de trabajo y hasta del vecino, porque nosotros si recibimos el sueldo puntual trabajemos o no en lo que tenemos asignado.
Sigua escribiendo critíquelo todo, de manera constructiva, y saque a la luz pública todos sus pensamientos que por ahora es todo lo que se puede hacer, después de todo si le dice alguien que trabaje que no sea holgazán se molestara con usted, si le dice a alguien que no acepte sobornos lo tacharan de dundo y para terminar de ahogarnos en el basurero en el que vivimos porque así tenemos nuestro mundo, debido a que no importándonos nada seguimos siendo amebas, si le preguntamos a alguien que es un corrupto le dirán un vivo.
Grítelo si es posible que si de 100 irresponsables uno comienza de a poco a volverse más responsable entonces grítelo más seguido y poco a poco serán más los responsables de sí mismos, de sus familias, de sus vecinos, de sus barrios, de sus ciudades, de sus departamentos, de sus países hasta que el mundo se vuelva más responsable aunque para entonces hayan pasado 3 extinciones en masa y dos pasadas de la órbita terrestre alineándose con el eje central de la Vía Láctea, pero al menos las generaciones futuras sabrán que algo se trato de hacer.